El ajedrez es quizá una de esas materias o disciplinas donde estar bien consciente y bien seguro de lo que se hace es precisamente garantía de triunfo o por lo menos garantía de llevar una buena disposición hacia la lucha. La famosa frase de Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta norteamericano: "La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito." me llega hasta la médula cuando trato de orientar a mis alumnos por el camino de la comprensión del ajedrez...
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LA
CONFIANZA EN SI MISMO, EN EL JUGADOR DE AJEDREZ
Hace poco leí un interesante artículo sobre la confianza en sí mismo,
cuando se atiende alguna actividad de compromiso o cuando está de por medio la
toma de decisiones precisas. El ajedrez es quizá una de esas materias o
disciplinas donde estar bien consciente y bien seguro de lo que se hace es
precisamente garantía de triunfo o por lo menos garantía de llevar una buena
disposición hacia la lucha.
La famosa frase de Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta
norteamericano: "La confianza en sí mismo es el primer secreto del
éxito." me llega hasta la médula cuando trato de orientar a mis alumnos
por el camino de la comprensión del ajedrez y a sabiendas que en mi condición
de jugador de ajedrez siempre fue uno de mis puntos flacos, puedo hablar con
experiencia de este tópico psico-motivacional, que en el deportista ajedrecista
debe ser un factor determinante sobre todo cuando tratamos los asuntos de la
capacidad volitiva del jugador, es decir su fuerza de voluntad somática y
mental.
¿Pero cómo funciona esto de la
confianza en sí mismo y de que se trata?
Un concepto básico de la confianza en sí mismo es: la creencia o fe casi
dogmática en un valor o principio básico personal, el cual puede haber sido
adquirido genéticamente, por la práctica continua o por situaciones teóricas y
conceptuales.
Estudios científicos reconfirman dos valores primarios de la confianza:
El 1ro indica que nunca nadie está confiado naturalmente y que lo que
llamamos temor o miedo es sencillamente el valor esencial de la motivación
hacia un acto o actividad. Así que el primer paso hacia la confianza en algo o
hacia sí mismo será un inmediato temor o miedo natural. De hecho las especies
han logrado evolucionar debido a los diversos grados de estrés causados por
cargas de miedo hacia lo desconocido, esto crea mecanismos de autodefensa,
profilaxis y valor hacia la consecución de metas.
El 2do valor nos dice que estar siempre a la expectativa de lograr la
confianza puede resultar el principal enemigo de su logro.
Nunca se debe acondicionar la confianza como un acto programado, sino
que esta fluye de la experiencia del acto y de la práctica continua de un
método o desarrollo de cargas de estrés.
A medida que el sistema fisiológico aprende la confianza va llegando
como un nuevo inquilino del sistema inmunológico.
El valor agregado de este conocimiento es el de aceptar que se debe
siempre comenzar por muy poco y que cada gesto conductual es valioso para
alcanzar diferentes grados de confianza, aunque en resumidas cuentas la
confianza es algo que existe y no existe al mismo tiempo en nosotros y que
tanto su presencia como su ausencia son valiosos para la superación personal,
espiritual, somática, fisiológica, psicológica y mental.
En una persona que pretende jugar ajedrez por primera vez, por ejemplo,
su temor a realizar la primera jugada es tan inmenso como la temeridad de un
gran jugador cuando realiza análisis profundos en una complicada posición, sin
embargo la diferencia estriba en la experiencia, práctica y en el manejo de
valores conceptuales del juego.
Otros elementos que interactúan en el proceso de tomar confianza y sobre
todo elaborar un método de confianza en sí mismo es la profunda convicción en
valores abstractos y racionales del individuo. Los valores de formación y
aquellos que puedan ser adquiridos sobre la marcha guían de manera decidida al
ser en su conducta hacia la obtención o pérdida de confianza.
Por ejemplo un jugador que siempre juega la defensa francesa contra el
peón de rey pero que sus resultados no son lo más apetecibles, seguirá
perdiendo con ella si sus valores y criterios sobre este sistema de juego no
evolucionan con su experiencia. Su condicionamiento motivacional a jugarla es
simple y llanamente un gusto, una curiosidad, pero en nada responde a un
sistema de principios o de conceptos propulsados por los niveles de atención,
interacción o niveles de aspiración racional.
Es bien corriente escuchar a jóvenes aprehensores discutir sobre el uso
de una línea de juego o variante escogida en una posición interponiendo la lacónica
frase "es que esa era la que me gustaba". No obstante los valores
fundamentados en la experiencia consumada, en la idea de principios y preceptos
básicos o fundamentales y la comprensión total de una idea que eximidos de este
primer ensayo sobre la confianza en algo o en sí mismo.
Los especialistas nos hablan de lo funesto que es plantearse objetivos y
metas para alcanzar grados de confianza, por supuesto, ellos se fundamentan en
que muchas veces (quizá en un gran porcentaje) la testaruda obsesión por alcanzar
una meta u objetivo puede llevar a una persona a una irracional acción donde no
puede cambiar de rumbo o de buscar salidas alternativas a una problemática.
Pero yo no estoy muy seguro de esta conceptualización del problema y mucho
menos de los sujetos estudiados en laboratorios a tal fin. Preferimos pensar y
es lo que nos ha enseñado la práctica actual del ajedrez es que los planes y
juicios a elaborar y conjeturar en posiciones diversas deben ser
suficientemente elásticos, flexibles para adaptarse a los cambios fijados por
la fina táctica y técnica de los jugadores de hoy en día.
Por ello un precepto básico en la elaboración de planes actualmente en
el ajedrez y que garantiza un mayor y mejor desarrollo de la confianza de juego
es fijar u otorgar varias alternativas al oponente, o como decía S. Tarrasch: “dejarle
una ventana siempre abierta al rival que le dé opción al error”.
Como consejo también valedero para el establecimiento de una confianza
en sí mismo o por lo menos para poder encontrársela de vez en cuando es retomar
un criterio o análisis sobre nuestro propio miedo. Ya que muchas veces es
imposible definir los miedos, es decir si estos están condicionados por el
nerviosismo, la emoción o el entusiasmo, podemos caer en estados perennes de
estrés, distrés o eutrés, es decir en estados de depresión, acoso, nulidad
emocional o exacerbada euforia, todos ellos si se presentan de manera incontrolada
son elementos destructivos del comportamiento, de la homeostasis y por ende del
desempeño afectivo y efectivo.
Al parecer y ya para finalizar en los ajedrecistas de notable nivel les
resulta el "teorema de la máscara", es decir todo tratan de demostrar
o asumir un personaje o una personalidad postiza que puede resultar respetable
o causante de temores en sus oponentes. Aquí podríamos asegurar que aquel jugador
que alcance mayor grado de confianza en sí mismo, a la vez estará infringiendo
valores de temor y miedo a su oponente. Y otro tip de importancia en el juego
de los grandes jugadores sería que nunca dan pasos agigantados, sino siempre
van seguros aunque sus pasos sean cortos y casi irrelevantes.
La confianza en sí mismo no es una zona de confort y todo buen
ajedrecista sabe que debe escapar de lo rutinario y de la sosegada actitud de
no creerse o formarse un mundo nuevo, más exigente, el cual supere las
expectativas de su mundo actual, aunque este último siempre le garantice por
extraño que parezca "mayor confianza"
Por los momentos nos atreveríamos a aconsejar algunos tips para el logro
de la confianza en sí mismo del ajedrecista basándonos en:
1. Nunca abandones la práctica continua
2. Redimensiona siempre tus conceptos y conocimientos teóricos
3. Siéntete superior a tus oponentes en cualquier escenario
4. Nunca discutas las ideas de gente más versada en el ajedrez. Aunque
siempre esos consejos sean tomados sólo como un ladrillo que construirá tu gran
edificio de comprensión del juego.
5. Evoluciona en tu estilo tal y como han evolucionado las escuelas y
eras del ajedrez, es decir, en tus inicios se primitivo, e la primera etapa de
tu vida ajedrecista se un romántico, luego en la etapa intermedia modernízate y
finalmente sé un buscador de la verdad científica.
6. En cada partida representa siempre un papel o revístete con un
personaje que se adapte a las exigencias de los libretos de las aperturas,
planes y variantes de las situaciones, en sus deliberaciones y desenlaces.
7. Subestimes o sobrestimes a tus oponentes, jamás subestimes o
sobrestimes al ajedrez, este si no perdona.
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