Pregunte a un jugador de ajedrez por que dejo una pieza cualquiera en el aire y su respuesta será sencilla y llana: “No la vi”. Todos dicen lo mismo. Y en esencia es la purita verdad de lo que aconteció. El desconocimiento de una causa, en teoría, produce un desconocimiento del efecto y viceversa. Sobre todo cuando tratamos de habilidades o destrezas no consolidadas o fortificadas en el estímulo-respuesta del individuo (reflexología).
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LO QUE SE VE, Y NO SE VE DURANTE
LA PARTIDA.
Colección Así se juega
Árbitro Internacional FIDE José
Gauna
Pregunte a un jugador de ajedrez
por que dejo una pieza cualquiera en el aire y su respuesta será sencilla y
llana: “No la vi”. Todos dicen lo mismo. Y en esencia es la purita verdad de lo
que aconteció.
El desconocimiento de una causa,
en teoría, produce un desconocimiento del efecto y viceversa. Sobre todo cuando
tratamos de habilidades o destrezas no consolidadas o fortificadas en el estímulo-respuesta
del individuo (reflexología).
Existen nuevas, desconcertantes
teorías sobre el proceso del pensamiento, sobre la captación y elaboración de
conocimientos. Y que no solamente parten de la razón fisiológica sino que van
más allá: al plano energético (mecánica – cuántica) que nos muestran un mundo
de imágenes e ideas no reales, imágenes yuxtapuestas a las particularidades de
los sistemas donde nos desenvolvemos.
“No podemos ver lo que
desconocemos” reza el precepto científico que sustenta estas aseveraciones.
Transportando esto al plano de
la instrucción ajedrecística y a la etapa pre formadora de los conceptos del
juego, es aceptable que un ajedrecista mal formado en las atribuciones y
obligatoriedades del movimiento de las piezas, visión geométrica del tablero y
relación orgánico-integral entre las partes o elementos conformadores del juego
pueda decir: “No vi la pieza en prise”. “No vi tal ataque”. “No vi tal o cual
posibilidad”.
Y es que se produce un hábito
general en la instrucción ajedrecística, cuando al enseñar a un novel
aprehensor sobre los conceptos geométricos del tablero y sobre el movimiento de
las piezas, no establecer metodologías de afianzamiento de ese conocimiento.
Haciendo un ligero “travel” sobre esas concepciones se piensa entonces que un
mero método informativo o explicativo puede significar el conocimiento perenne
sobre tales regulaciones del juego.
Los amañados monitores o seudo
entrenadores no reparan en ir a la velocidad de la luz en esta enseñanza, sin
establecer diagnósticos, evaluaciones y análisis sobre la adquisición del
conocimiento y la reafirmación del conocimiento aprendido.
Al final esto representa la
verdadera falla sobre el proceder y la conducta técnica del ajedrecista cuando
se enfrenta a situaciones más complejas y por ende más exigentes.
Por lo tanto es aconsejable que
a todo novel aprehensor se le garantice una intensa metodología de
afianzamiento de conocimiento, aún en los proyectos elementales, básicos y
fundamentales de la actividad ajedrecística. Con el propósito de establecer
sólidas bases teórico-practicas en su programa de evolución técnica.
En un taller recientemente
realizado, un instructor nos refería que su primera clase técnica versaba sobre
el conocimiento del “mate del pastor”. Para así garantizarle al alumno que
jamás recibiría este inoportuno y frustrante lance del ajedrez.
Éste no caía en la esencia de nuestra hipótesis, de que todo aprendiz del ajedrez, con pleno dominio del movimiento de las piezas y de la geometría del tablero jamás caería en tan fatuas y elementales estrategias de ataque. Aunque nunca le hubieran hecho referencia de eso.Y que una correcta defensa es, el producto del educado conocimiento del movimiento. Es decir, atribución y obligatoriedad técnica de las piezas en su relación directa con la geometría del tablero.
¿Cuántos muchachotes hay que, aun conociendo lo que es un “jaque mate del pastor” o un “mate loco”, lo reciben?.
Entrenamiento en el Ajedrez I
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